julio 30, 2008

Bon Voyage...

¿Pasará el invierno crudo que invadió mi living? No lo sé, muchos inviernos han pasado y han sido sobrellevados de la manera correcta. Pero este último, no lo sé. Simplemente no lo sé.
No debo ser el único con un invierno en el living.
Por eso prefiero a veces viajar un poco mas alto, no aterrizar. Quizá en la altura no sienta la helada de aquí. Pero de a modos me acostumbro, como a todo, uno se acostumbra a estas cosas. No siempre, no es bueno acostumbrarse. Pero si para ser sobrellevado es necesario acostumbrarse. Lo cual no significa que uno se estanque, no. Uno se acostumbra por no tener opción. Por ser la única opción mejor dicho. Y para seguir, uno tiene que entender.
No es fácil, por eso me gusta volar.
Para eso tengo mis alas, mis uñas y mis dientes.
Se llega mas lejos; incluso se pueden atrevezar bosques, mares, océanos, miradas por alto. Por muy alto. Siempre solo.
Lo cual no es poco, mejor loco que mal acompañado.
Y si, me decís
"pero uno no puede evitar ciertas miradas". Lógico, uno a veces no puede evitar miradas, simplemente pasarlas por alto. Uno tiene que mirarlas y que le recuerden el crudo invierno que ha invadido su living, y así (solo así) seguir camino y bon voyage.
Porque si, es preciso mirar, es netamente imposible no hacerlo. Uno debe caerse en varios oceanos antes de aprender a nadar. Y luego sí apuntar con la mirada en objetivo.
Porque simplemente no alcanza con ceder los elementos. Se necesita ceder los elementos, los sentidos y la razón para volar. Para tener un
bon voyage.
Y por cierto, claro, me habia olvidado del invierno que nos azota. Me gusta el invierno, solo de a ratos. Me hace helar la piel. Por el contrario, la primera me agrede. Me sienta mal.
Y la mirada esa, la mirada esa siempre está en primavera. ahí si, no es posible no mirarla.
Te apuntan las esferas, y te suicidan las pupilas.
Pero yo estoy bien, siempre he estado bien.
Por eso siempre tengo un final a mano, siempre es oportuno tener uno. Predecir los hechos inesperados, suponerlos, que a uno no lo sorprendan. Porque de hecho a uno no le sorprende nada. Uno siempre tiene un ojo en el cielo, por si de pronto es necesario volar. Y los hechos que nos toman por sorpresa, de hecho, no lo hacen, siempre están ahí, latentes a ser abiertos. Y a uno lo toman por sorpresa por hacerse el
zonzo. Por no mirar. He alli las miradas que hay que mirar. Los ojos siempre apuntando a las miradas. Sino es imposible hablar. Por eso siempre tengo un ojo en el cielo, y un tango en la mano. Como un cuchillo, esperando ser usado oportunamente.
Y las gafas de sol en el bolsillo del saco, para tergiversar esas miradas que apuntan.
Y eso que uno espero todo el tiempo, nunca llega. Por eso uno vuela, porque las cosas no llegan.
Y el invierno en el living se agiganta.
Y cada vez el living es mas chico.
Y el frío mas fuerte.
Pero todo tiempo pasado fue peor. Pero ríe siempre milonguita.
Y el frío no se irá, y vos siempre tan alto, tan expuesto. Pero siempre me ha gustado ser así, siempre he elegido ser así.
Sin mas opciones, a volar.


bon voyage
...

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